Después de las despedidas telefónicas con nuestras familias, entramos en el avión para dirigirnos a la que va a ser nuestra casa en los próximos años, Boston.
Una vez aterrizados, serían las 3 de la tarde, nos dirigimos a por el coche de alquiler y a nuestra casa temporal. Dos torres inmensas nos esperan. Son los apartamentos de Longfellow Place. Si por fuera prometían, por dentro no se quedan cortos.
Nos dirigimos a la sexta planta y entramos en la que es nuestra casa por unas semanas, el apartamento 620, y la verdad es que nos sorprende lo grande que es para ser un piso de una habitación. Como es de rigor, y tal y como hacemos en todos los hoteles, hostels y apartamentos a los que vamos cuando viajamos, recorremos toda la casa para inspeccionarla y ver las “curiosidades” que se encuentran en ella.
Ya son casi las 7 de la tarde, y a pesar de haber comido en el avión unas cuantas veces, tenemos hambre. Nos ponemos los zapatos y nos vamos por la zona de Quincy Market (un mercado parecido al de San Miguel o San Anton en Madrid, pero de comida americana) para poder cenar algo. Por si nuestro aspecto y la cara de guiris que tenemos no fuera poco, decidimos cenar en Cheers, el conocidísimo bar de la serie que lleva el mismo nombre, que está situado en Market Street una calle peatonal llena de bares y tiendas conocidas. Sería a partir de ese momento el comienzo de una “dieta” americana.
Esa noche sería una de las más placenteras de las últimas semanas. Ya estamos aquí. Ya estamos en Boston.
Categories
Submit a Comment